Nuestra vida se rige en ocasiones por prejuicios que conducen al fracaso. Unas veces son ideas equivocadas sobre nosotros mismos o sobre los demás. Otras veces se trata de actitudes absurdas, como la envidia, o paralizantes, como el apocamiento, o engañosamente remuneradoras, como un excesivo desvelo por el prójimo. El resultado es siempre la desmotivación ante los retos de la existencia, ante los desafíos de esa hora en el escenario del mundo durante la cual somos protagonistas absolutos. Richard Vaughan lleva toda una vida detectando esos errores y ayudando a sus alumnos a abandonarlos. No es sólo un profesor de inglés capaz de transmitir conocimientos con eficacia en el aula y en los medios de comunicación. Es, sobre todo, un excelente motivador. Nuestra hora en el escenario recoge esa sabiduría y esa experiencia, pero no estamos ante un manual de autoayuda al uso. Más bien ante una reflexión profunda y apasionante sobre la condición humana, fruto del sentido común y de un saludable pragmatismo.
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